Vuelo, vuelo, vuelo...
me elevo con estas
palabras aladas,
me llena ese verdor
de la hierba fresca,
el olor dulce de
la miel en los labios
que llega en forma de
canto celestial: tú
tocándome a mí y
yo tocado y hundido.
Caigo, caigo, caigo...
y vuelvo de nuevo.
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