domingo, 4 de mayo de 2014

El lago de los cisnes.

El cisne se escapaba veloz con un dulce aleteo blanco, yo iba tras él vestida de negro, la música de Tchaikovsky resonaba en mi cabeza mezclándose con los latidos de mi corazón, el violín me daba una fuerza inusitada, y al cisne parecía dársela el lago, su refugio. Pero sería mio, su alas me permitirían alzar el vuelo. Con ellas llegaría a lugares nunca antes vistos, nunca antes tocados ni olidos, tan solo oídos en la clara melodía de los violines.